Es un diplococo reniforme que mide 0.6 x 0.8 µm de diámetro. Posee una cápsula con diferentes tipos de polisacáridos que permite establecer un total de 13 serotipos identificados con las letras A, B, C, D, X, Y, Z, E, W-135, H, I, K Y L. Estos producen diferentes respuestas antigénicas en el huésped. Su membrana externa posee algunos antígenos somáticos que influyen en su patogenicidad y su inmunobiología.
Los grupos mayormente relacionados con enfermedades son A, B, C, Y y W-135. Los grupos A y C se relacionan más que los demás con epidemias de la enfermedad meningocócica. El grupo C afecta por igual personas de países desarrollados y no desarrollados. El grupo A es más común en naciones menos desarrolladas y el grupo B es más común en USA.
Su crecimiento óptimo ocurre en un ambiente húmedo, a una temperatura de 35-37°C y condiciones atmosféricas de 5-10% de CO2. Es susceptible a la desecación y las temperaturas extremas. Tiene un metabolismo fermentativo de carbohidratos, en especial glucosa y maltosa.
El ser humano es el único huésped natural para quien el meningococo es patógeno. Coloniza la nasofaringe convirtiéndonos en portadores sintomáticos crónicos, intermitentes o transitorios. La transmisión ocurre de persona a persona a través de gotitas respiratorias. Su período de incubación suele ser de 3 días, aunque puede ir de 1 a 10 días.
Afecta a cualquier grupo de edad. Sin embargo, durante las epidemias son más vulnerables los pacientes de 5 a 19 años. Presentan más riesgo de enfermar las personas que habitan en comunidades cerradas y semicerradas como colegios, guarderías, grupos militares y cárceles. Otro grupo de riesgo lo constituyen aquellos que presentan alguna deficiencia en el sistema inmunológico o alguna condición debilitante.
Al principio, el paciente presenta una infección con síntomas de intensidad subclínica o moderada. De la nasofaringe pasa al torrente sanguíneo dando diferentes manifestaciones clínicas. Estas pueden ser: bacteremia sin sepsis, meningococcemia sin meningitis, meningitis con o sin meningococcemia (cuadro clínico más común), meningoencefalitis, meningococcemia fulminante o síndrome de Waterhouse-Friderichsen y meningococcemia crónica. Otras manifestaciones incluyen conjuntivitis y sinusitis purulenta, neumonía, endocarditis, miocarditis, pericarditis, osteomielitis y uretritis.
Su diagnóstico suele hacerse a través de la clínica y la identificación en muestras de LCR, sangre, líquido sinovial, aspirado de petequias, esputo, aspirado transtraqueal, elegibles de acuerdo al cuadro clínico. Se realiza cultivo, tinción de Gram y detección de antígenos con las técnicas de aglutinación de látex y coaglutinación. También se realiza la prueba de fermentación de azúcares glucosa, maltosa (ambas deben ser positivas), lactosa, sacarosa y fructosa.
El tratamiento de elección es la penicilina G, siendo sustituída por cloranfenicol en pacientes alérgicos. También se usan cefotaxime, ceftazidima y ceftriaxona. Una vez iniciado el tratamiento, las personas deben permanecer en aislamiento respiratorio por espacio de 24 horas, pues aún son infectantes en ese período.
La profilaxis a los contactos debe hacerse con rifampicina, en las primeras 24 horas del diagnóstico, a todos aquellos que tuvieron contacto directo con el paciente, especialmente a través de besos y alimentos o bebidas compartidas.
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